6 jun 2012

TIRANÍAS DE AYER Y DE HOY: a propósito del libro de Luis Tapia “El estado de derecho como tiranía”

Ciudadanas y ciudadanos:
Adjunto a consideración de ustedes el artículo TIRANÍAS DE AYER Y DE HOY escrito en base a las reflexiones que nos propone Luis Tapia en su libro "El Estado de derecho como tiranía".
Saludos,
FABIÁN II YAKSIC FERAUDY
DIPUTADO NACIONAL
Cámara de Diputados - Asamblea Legislativa Plurinacional


Luis Tapia, en su prolífica tarea bibliográfica, presentó en fecha 12 de octubre de 2011, el libro denominado El estado de derecho como tiranía, CIDES-UMSA, 2010, La Paz-Bolivia. El presente
Este nuevo libro, a través de sus seis ensayos, es quizás uno de los textos más “politizados”, en sentido de toma de posición política que ha escrito Luis Tapia. A lo largo del texto se desnuda la descomposición política de un liderazgo que hace mas de dos años lograba un histórico triunfo electoral obteniendo el 64,22% de la votación, correspondiente a casi 3 millones de bolivianos y bolivianas que confiamos en cinco años más de gestión de gobierno a la cabeza de Evo Morales.

A más de dos años de ese resultado electoral Luis Tapia, en su caracterización del MAS y su gobierno, vierte varias definiciones que describen y caracterizan lo que denomina “la descomposición” gubernamental desplegando una faceta “anti-indígena y anti-popular”. Por ello sentencia en la introducción de su libro que: “no habrá final feliz para esta dimensión del proceso histórico que se refiere a la relación instrumental y tiránica establecida por el MAS con las organizaciones populares e indígenas”.
Este libro, utiliza herramientas conceptuales que han alimentado de manera innovadora la labor intelectual “y producción de conocimiento” de Luis, especialmente tomada de la cantera teórica de Antonio Gramsci y por supuesto de René Zavaleta Mercado, que gracias a Luis cobran siempre una relevante actualidad y utilidad.

CLIVAJES POLÍTICOS Y SOCIALES

En el primer ensayo utiliza la noción de “clivaje” para referirse a las divisiones sociales y estructuras de desigualdad que han marcado época o ciclos políticos importantes en el país, configurando “clivajes sociales y políticos”. Y lo hace retomando la idea de Bolivia como país multisocietal, que el autor ha trabajado en anteriores textos; en el contexto de un territorio que ha sido objeto de colonización histórica en la que se han configurado estructuras de desigualdad, por un lado, con el “colonialismo externo (relación del país y los poderes coloniales, neocoloniales o imperialistas)”, y por otro lado, con la división social producida por el “colonialismo interno”. Esto determina un primer clivaje colonial que atraviesa, nos dice Luis, la estructura de clases moderna.
Nos pone como ejemplo de ello a la revolución federal de fines del siglo XIX, donde se dio “…un acoplamiento entre un clivaje político… intra bloque político dominante con un clivaje de origen colonial, que responde a la contradicción entre pueblos colonizados y aquellos que representan la continuidad del orden colonial bajo un régimen republicano”.
En la época del nacionalismo revolucionario se ha producido una politización de los clivajes clasista (impulsado por el movimiento obrero y la COB), el clivaje autoritarismo-democracia y el clivaje nación-imperialismo. Para los años 70 se hace notoria la influencia y protagonismo del katarismo en que convierte el clivaje cultural o étnico-cultural en un clivaje político, cuyo efecto será por un lado la ruptura del pacto militar campesino, la fundación de la CSUTCB y la emergencia de partidos kataristas e indigenistas como MITKA y el MRTK que de acuerdo a Luis Tapia son “…partidos políticos que introducen el clivaje étnico-cultural o nacional-colonial en el sistema de partidos…(que) ha de ser uno de los principales organizadores de la lucha política y social en el país”.
Ya en los albores del siglo XXI, un actor fundamental que de manera pertinente destaca Luis fue la configuración de la Coordinadora del Agua, en lo que se denominó la “guerra del agua” en el año 2000, “…como una red de asambleas de democracia directa, de espacios públicos para discutir el destino común y la reforma pluricultural del país”, que a decir de Luis fue “…clave de politización del clivaje socio-económico y del político-ideológico”, que permitió “ampliar rápidamente el horizonte de politización de las críticas al modelo neoliberal”.
Con relación a un tipo de clivaje político aunque de “baja intensidad”, Luis Tapia visibiliza en sus reflexiones la emergencia del Movimiento Sin Miedo, fundado en Marzo de 1999, y que recién creado logró ganar las elecciones municipales del mismo año, lo que permitió una primera emergencia de un movimiento ciudadano popular de izquierda que viene gobernando la ciudad de La Paz ya por tres gestiones consecutivas, recibiendo el respaldo ciudadano también en tres elecciones municipales (1999, 2004 y 2010). Recordemos que, bajo la consigna de “estamos cabreados” con la partidocracia, el Movimiento Sin Miedo (MSM) logró una victoria electoral precursora. Fue la primera que le propinaba la izquierda a la derecha conservadora y neoliberal después de 17 años; y la gestión municipal que se inició a la cabeza del MSM el 2000 fue pionera tanto en el cambio institucional como en la transformación urbana.
Al respecto Luis afirma que:
“Hacia fines de los años 90 se articula una especie de clivaje político, diría de segundo nivel o menor intensidad que los clásicos, la contraposición entre partidocracia corrupta y una política ciudadana que restituye el carácter público de las instancias de representación y gestión. Quien articula de manera efectiva y produce la primera ruptura en el monopolio político establecido por los partidos de las coaliciones neoliberales gobernantes fue el Movimiento Sin Miedo (MSM) en la sede de gobierno en La Paz. En 1999 se funda el MSM y en breve disputa la alcaldía de la ciudad de La Paz y gana. Esta es la primera victoria electoral frente a la coalición neoliberal, que ha marcado un proceso de recomposición de los espacios de representación política, ya que esta victoria electoral está montada sobre una alianza de activistas vecinales, fracciones de izquierda y jóvenes. En perspectiva se puede ver que han frenado el ciclo de corrupción y descomposición política generada por los partidos de la coalición neoliberal y han empezado procesos de desarrollo municipal que han mejorado sustantivamente el conjunto de las condiciones en el municipio de La Paz”.          (p. 27-28) 
EL MAS, UN PROGRAMA PRESTADO Y LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Para Luis Tapia si bien “la victoria electoral del MAS quiebra … el continuum de las estructuras de autoridad y ejercicio del poder político en el país…(los) puestos (públicos) estaban ocupados por miembros de la misma clase dominante y de los partidos que gestionaban la reproducción y ampliación de su poder”; en el primer ensayo Luis devela un aspecto que explicaría más adelante la “descomposición gubernamental del MAS” cuando afirma que “el MAS no sostuvo hasta el 2003 como parte de su programa una asamblea constituyente. Luego, la idea de un estado plurinacional en la constitución fue introducida por presión del Pacto de Unidad…”.
En consecuencia, de la lectura de lo afirmado por Luis, podríamos concluir que el MAS no solo se prestó el programa y la agenda política del proceso de politización de los clivajes estructurales de los pueblos indígenas, que son quienes demandaron Asamblea Constituyente ya en 1990, y politizaron, para usar expresiones de Luis, el clivaje “étnico-cultural o nacional-colonial” en la propuesta de la Bolivia Plurinacional. Si a esto le sumamos que el MAS tampoco enarboló el Estado descentralizado con autonomías, es más impulsó la campaña por el NO a la autonomía departamental en el referendo del 2006, configuraría un cuadro de ausencia programática del MAS que adoptó la “agenda de la época” con muy poca convicción para su implementación al menos en sus dos ejes programáticos fundamentales: el plurinacional y el autonómico.
Por ello, escribe Luis Tapia:
“Para las elecciones del 2005 el MAS hábilmente negocia una amplia red de alianzas con la mayor parte de las organizaciones sindicales en el país y otro tipo de gremios de trabajadores y sectores populares.
No hubo una discusión programática del proyecto político entre el MAS y las organizaciones. Básicamente se negociaron cuotas de inclusión en el ejecutivo y legislativo, también para asamblea constituyente. Uno podría decir que la condición de posibilidad y de legitimación de esta práctica fue dada por el hecho de que en el ciclo de movilizaciones previo se habría articulado el programa político de la época, es decir, nacionalización y asamblea constituyente. En la medida en que MAS empieza a realizar esas tareas no se necesitaba discutir necesariamente en el nivel programático y de proyecto político” (p.70).
En la concentración y contramarcha a la del TIPNIS, organizada por el Gobierno, que no fue nada voluntaria ni espontánea, el Presidente Evo Morales decía que ya se cumplió la agenda de octubre (Asamblea Constituyente y Nacionalización) y planteó “debatir una nueva agenda en base a un plan de desarrollo nacional”, reconociendo con ello la ausencia de un Plan de Desarrollo Económico y Social que exige la Constitución y del que carece el gobierno a dos años ya de su segunda gestión.
Lo de la nacionalización está todavía en discusión, pero en lo que se refiere a la Asamblea Constituyente considero que todavía no se ha dicho todo acerca de lo que realmente ha sucedido. Lo que sí es evidente es que la Asamblea Constituyente fracasó en la elaboración de un proyecto de Constitución concertado, no sólo por la actitud del MAS sino también por la instrumentalización de la misma por fuerzas conservadoras, que sabotearon la Asamblea. Hablo de fracaso pues se tuvo que habilitar escenarios complementarios de concertación, primero en SEPTIEMBRE 2008 para modificar completamente la Tercera Parte de la CPE referida a la Organización Territorial del Estado y el Régimen de autonomías. Se logró la apertura de un escenario de concertación con Prefectos, para discutir la Autonomía Departamental, la FAM para definir las Autonomías Municipales, con dirigentes del Chaco tarijeño para la Autonomía Regional, y con la CIDOB y CONAMAQ, para ver las Autonomías Indígenas. Me tocó coordinar este proceso desde el Viceministerio de Descentralización bajo la conducción de Carlos Romero, del cual participó también activamente Raúl Prada.
La modificación sustancial de todo el Capítulo Tercero posibilitó luego, que el MAS y PODEMOS, que hacían los 2/3 en el Congreso Nacional de entonces, decidan transformar éste de facto en Congreso Constituyente, viabilizando la modificación de casi un 40% del proyecto de Constitución aprobado en Oruro por la Asamblea Constituyente, lo que viabilizó finalmente la aprobación de la Ley de Convocatoria a Referendo para enero de 2009.
En relación a la Asamblea Constituyente, Luis Tapia afirma:
“Luego de haberse elegido a los representantes el MAS abandonó la asamblea constituyente por un buen tiempo, con la idea de que ésta iba a servir para legalizar las reformas o cambios que el ejecutivo estaba imaginando. En ese sentido, el MAS no articuló un proceso de discusión pública nacional sobre los diversos aspectos que caracterizarían las estructuras del nuevo estado boliviano, así como los derechos y principios que lo organizarían, hasta que la oposición de derecha se apropió de la asamblea constituyente como un espacio político de boicot al gobierno, poniéndolo en una crisis bastante severa de capacidad de gobierno sobre el país.” (p. 71)
Luis Tapia va más allá todavía cuando devela que:
“El deseable objetivo de tener un nuevo documento constitucional que permita legalizar las nuevas formas de monopolio político, vinculado a los intentos de llegar a un statu quo entre el MAS y fracciones del viejo bloque económico dominante en el país, hacen que la nueva constitución contenga la reproducción del núcleo más duro de las estructuras patrimonialistas en el país, que es el reconocimiento del latifundio, por lo tanto, del conjunto del régimen de propiedad que da lugar a un tipo de ordenamiento social que hace que en varios territorios del país el poder central no sea el del estado ni el de los ciudadanos sino el de la cabeza de las estructuras patrimonialistas.” (p. 71-72)
Para la Asamblea Constituyente sentencia Luis “el MAS no tenía un proyecto político. En todo el periodo constituyente,…no difundió ninguna idea de país o del tipo de estado que el conjunto de la población pueda debatir para estar en contra o a favor”.
Y sigue Luis con la valoración de la Asamblea Constituyente al afirmar que:
“La asamblea constituyente fue convocada a través de la competencia de partidos y con una ley electoral que forzaba la alianza con una de las fuerzas electorales grandes, algunos sin embargo se arriesgaron y utilizaron las circunscripciones uninominales para tener una presencia propia o autónoma. Una primera reducción en el proceso constituyente es la ley electoral definida por un principio mayoritario predominante que crea un bipartidismo artificial. A pesar de esto la asamblea constituyente a través de alianzas contenía una amplia representación de la gran diversidad de organizaciones sociales, pueblos y culturas, con un marcado déficit en relación a los pueblos y culturas de tierras bajas debido a la misma ley electoral y la concepción mayoritaria predominante.
El MAS, sin embargo, concibió la asamblea constituyente como un momento para legalizar lo que ellos concebían como programa de cambio para el país. En este sentido, no hizo nada para que la asamblea constituyente se convirtiera en un tiempo político de amplia discusión ciudadana en el país, para formular las nuevas instituciones y leyes que nos organizarían y dirigirían. Tampoco elaboró una propuesta que haya sido conocida por todos en el país y sea objeto de discusión y una parte de la construcción colectiva, que no articuló. Quienes socializaron el proceso y elaboraron una propuesta fueron los del Pacto de Unidad, que es esta articulación de asambleas de pueblos indígenas y sindicalismo campesino, que presionó sobre el MAS para introducir lo que tiene de plurinacional la nueva constitución. El propósito del MAS era usar la asamblea constituyente como la instancia de legalización de lo que un núcleo del poder ejecutivo estaba pensando como programa de cambio o como necesidades institucionales para ejercer el poder político en el país”. (p. 178-179)
CARACTERIZACIÓN DEL GOBIERNO DEL MAS
Más allá de las interesantes y didácticas aplicaciones de categorías conceptuales de Gramsci y Zavaleta como son las nociones de “CATARSIS, TRANSFORMISMO, BLOQUE HISTÓRICO, HEGEMONÍA, FORMA PRIMORDIAL” y varias otras, me interesa centrarme en la caracterización crítica que hace Luis Tapia del gobierno del MAS a lo largo de todo el libro.
Veamos al respecto lo que dice Luis Tapia:
“El MAS desde un inicio ha empezado con la reconstrucción del estado que las fuerzas populares pusieron en crisis. En ese sentido, el MAS opera como una fuerza conservadora de reconstrucción de la principal forma de dominación política en el país, cambiando el discurso de legitimación e introduciendo varias reformas que podrían ser democratizantes si es que la vida política se hubiese reorganizado en el sentido de mayor participación, pluralismo e independencia de los poderes, cosas que se han eliminado”. (p.73)
Al finalizar el segundo ensayo, luego de una lectura crítica de la nacionalización, que a decir de Luis “…es un nombre grande para lo que se está procesando como tal”,…lanza otra crítica al gobierno del MAS, en sentido de que: “…otro efecto perverso del proceso de nacionalización”,…(es que éste) “sirve para financiar la tiranía política del país. Es por eso que la nacionalización”, sigue Luis, “…por sí sola no es suficiente. Se necesita articular fuertemente nacionalización y plurinacionalización con democratización”. Frente a lo que Luis nos propone que: “…Este es el horizonte político que tenemos que rearticular en las luchas del presente y del futuro contra el nuevo bloque político dominante”(pp.76).
Para ampliar su caracterización del MAS, Luis Tapia recurre a la distinción entre izquierda y derecha, afirmando que:
“En general se puede decir que una política de derecha es aquella que trabaja para organizar y reproducir las formas de exclusión, discriminación, desigualdad y explotación y una política de izquierda es aquella que trabaja para ampliar las áreas de igualdad y atacar las estructuras de desigualdad, discriminación y exclusión….La intervención del MAS como un factor de salvataje de las estructuras patrimonialistas en el país y su política de reacoplamiento con el viejo bloque dominante, que implica la legalización de las estructuras de desigualdad y de las condiciones materiales de largo aliento de la reproducción de las mismas, hacen pensar que el MAS está operando una política de derecha”. (p. 108).
Desde la izquierda van apareciendo más voces críticas sobre la identificación política del MAS, cuando Boaventura de Sousa Santos, sociólogo de izquierda portugués afirmaba, en una entrevista publicada por Página Siete el domingo 18 de septiembre de 2011, refiriéndose al Gobierno del MAS y sus acciones en contra de la marcha indígena por el TIPNIS decía: “Es muy importante que la marcha por el TIPNIS siga su camino hasta que haya una negociación, porque Evo tiene que saber que si va a vencer a los indígenas, es su derrota…Se puede decir por esto (que el gobierno) ya no es de izquierda, es un campo de lucha, Evo mismo es un campo de lucha”.
Siguiendo con la densa caracterización del MAS, Luis Tapia afirma que:
“El núcleo central del proyecto político del MAS es el monopolio de la vida política. Yo diría que esto es algo insensato en un territorio como el boliviano, caracterizado precisamente por la capacidad de generación de democracia directa desde varios núcleos. En este sentido, probablemente sea la tumba del MAS”. (p. 115)
Más adelante Luis continúa con su interpelación al gobierno del MAS afirmando:
“Cuando se pasa de la utilización instrumental de lo popular al desprecio y el sentimiento de omnipotencia o de control y dominio sobre el pueblo se entra en la fase de miseria de la política, que es lo que caracteriza hoy al gobierno del MAS”. (p. 135)
TRANSFORMISMO
En base a la noción de transformismo, que a decir de Luis Tapia, es una noción que introdujo Gramsci “…para pensar procesos por medio de los cuales intelectuales orgánicos de un bloque histórico se transforman en intelectuales orgánicos de otro bloque histórico” (p.118). Para Luis Tapia son tres momentos de transformismo que caracterizarían al MAS:
“En el primero el MAS se transforma en torno al proyecto de la autonomía. Abandona la articulación de un núcleo propio de proyecto político y adopta el núcleo del proyecto político del bloque vencido electoralmente, del viejo bloque dominante, en torno a la idea de las autonomías. En el segundo momento de transformismo el MAS explícita su proyecto capitalista extractivista y su posición anti-indígena. En este tercer momento del gasolinazo el MAS explícita su componente anti popular, en el sentido de que esta medida se la toma sin ninguna consulta, ningún proceso de negociación, ni consideración de alternativas o de ajustes progresivos o procesuales de la economía boliviana a las tendencias económicas regionales y mundiales”. (p. 129)
HEGEMONÍA
Según algunas autoridades de gobierno y altos dirigentes del MAS estaríamos ante un despliegue de un proyecto hegemónico basado en los movimientos sociales. Para contradecir estas pretensiones oficialistas, Luis Tapia aclara pertinentemente en su libro:
“…lo hegemónico se usa en el sentido simple de control o ser mayoría del conjunto de los espacios estatales y de la sociedad civil, pero sin capacidad de dirección….”.
“Gramsci solía decir que la hegemonía consiste en una composición de dominación y dirección. Esto implica supremacía en términos de presencia ideológica en la sociedad civil y también en el estado y el control de la propiedad en la economía, es decir, la dirección económica. El gobierno ha avanzado en recuperar el control de parte de la economía y está pretendiendo controlar a la sociedad civil por la vía de captar sus direcciones, a través de redes clientelares, en un nivel de integración corporativa, pero no se podría decir por ningún motivo que es una fuerza dirigente”. (p.133)
“No hay que confundir hegemonía con monopolio o pretensiones de monopolio en la vida política. La línea de acción del MAS se caracteriza claramente por lo segundo. El conjunto de condiciones históricas y la dirección de las políticas del MAS indican más bien la configuración de una condición de imposibilidad de construcción de una nueva hegemonía. La hegemonía implica la articulación de un bloque histórico. No puede haber hegemonía sin articulación de un bloque histórico”. (p. 135)
INTERPELACIÓN A LOS PARTIDOS POLÍTICOS
En el cuarto ensayo Luis hace una importante retrospectiva histórica y crítica acerca del sistema de partidos y el rol que han jugado éstos señalando que:
“En la medida que los partidos políticos se vuelven de manera predominante máquinas electorales y luego, cuando tienen éxito, en administradores de reformas estatales de carácter internacional, la otra faceta consiste en que los partidos dejan de ser un espacio de elaboración de proyecto político en el seno de la sociedad civil”. (p.146)
“Los partidos políticos han perdido espesor histórico y político. En ese sentido, también han perdido el carácter de ser espacios públicos. Se podría decir que en gran parte los partidos políticos son espacios privados, es decir, núcleos de organización que ya no están abiertos ni generan participación política, sino que son núcleos de organización de intereses particulares, con la ventaja de que son reconocidos por la ley para representar lo público”. (p. 149)
“El sistema de partidos se reinstaura en Bolivia a fines de los años 70 de manera quebrada, para las elecciones del 78, 79 y del 80…. El sistema de partidos funcionó sobre todo para ampliar el ámbito de las libertades políticas y, en este sentido, algo de igualdad política también. La coalición electoral que ganó repetidamente las elecciones, el frente de Unidad Democrática y Popular, estaba montada sobre la estructura organizativa y de movilización de la central obrera, era un frente que agrupaba como a 70 diferentes organizaciones de izquierda entre partidos grandes y organizaciones pequeñas. No logró articular un programa de gobierno y un proyecto político que pudieran convertir en contenido del gobierno, una vez que lo asumieron a fines del 82”. (p.154)
“Uno de los nuevos rasgos de la dinámica partidaria durante estas décadas es que los partidos en tanto se convierten en máquinas electorales y organizaciones repartidoras de cargos, por el monopolio que la ley les otorga sobre la representación política, se vuelven un canal de ingreso a los cargos públicos, es decir, un filtro para poder obtener empleo en el seno de las instituciones de gobierno. El ser miembro del partido se vuelve uno de los requisitos para obtener trabajo. (p.157)
“El MAS sirve para canalizar en el momento electoral la acumulación de fuerzas que se da en los largos procesos de articulación de los bloques históricos de las culturas comunitarias, tanto en tierras bajas como en las altas y de los movimientos anti-privatización”. (p. 158)
“El MAS en tanto portador de una parte del monopolio de la político otorgado por ley, negoció bilateralmente con cada sector su inclusión y una cuota de participación en los poderes del estado. Esta inclusión no era parte de un proceso de conformación de una dirección colectiva. En este sentido es una inclusión subordinada, que se mantiene en la medida en que el incluido se subordina al inclusor o al medio de la inclusión, es decir, al partido mediador”. (p. 159)
“…la inclusión de representantes de sectores populares no ha estado ligada a la ampliación de los espacios de deliberación que tengan efecto estatal, es decir, en las discusiones y en la definición del programa de gobierno, las políticas públicas y las leyes”. (p. 159)
“El MAS no ha generado ningún debate importante en el seno de la sociedad civil, más bien los ha inhibido y cancelado”. (p. 161)
“La nacionalización no es patrimonio del MAS en tanto proyecto político, es una de las ideas más generalizadas y consensuadas en el país…..La recuperación de excedente que esto implica está siendo utilizada para montar una estructura de monopolio del poder político interno, es decir, para producir la desigualdad política”. (p. 162)
“….de manera explícita el MAS es una estructura de reducción del pluralismo político y, así, de reducción de la democracia. Por eso es una estructura de exclusión política. Es una estructura de organización de la desigualdad. Es una fuerza estatal antidemocrática”.        (p. 166)
En el mundo entero está en crisis el sistema de partidos. Con la primavera árabe y el movimiento de “los indignados” se abre en el mundo un gran debate acerca del rol de los partidos políticos y su necesaria transformación en partidos programáticos, democráticos y no meramente electorales o estructuras destinadas sólo a la reproducción del poder como un objetivo en sí mismo.
Especialmente en América Latina seguimos viviendo una crisis de la forma partido que marca la emergencia de varios liderazgos que confrontaron y en muchos casos acabaron con el sistema político tradicional. No siempre la emergencia de estos liderazgos “a sistémicos” han sido democráticos, recordemos el ejemplo de Fujimori en el Perú. Lo evidente es que en la última década han surgido fuertes liderazgos populares que han logrado el respaldo electoral para ser gobierno al margen del sistema de partidos. Este es el caso especialmente de Venezuela, donde el sistema bipartidista que se turnaba en la administración del poder, entre la democracia cristiana y la social democracia, desapareció para dar curso al partido de Chávez. Humala en el Perú y Correa en Ecuador tienen estructuras partidarias en construcción. Quizá el caso de los Kirschner en la Argentina es una combinación de una vieja identificación peronista con una suerte de neo populismo al margen del sistema de partidos tradicional. En la Argentina se generaron condiciones objetivas y subjetivas para la emergencia del liderazgo de los esposos Kirschner recientemente renovada en torno a la viuda que alimentó su caudal electoral con el voto póstumo.
Chile, Brasil y Uruguay son procesos de renovación política pero afincada en el sistema de partidos relativamente consolidados luego del retorno democrático. En el primer caso con partidos de larga historia democrática articulados en la Concertación que dio paso a la emergencia de liderazgos más conservadores, como es el caso de Piñera o del Alcalde de Santiago. En Brasil el PT viene de una larga historia de luchas democráticas cuya continuidad en la gestión por un tercer período marca una destacable estabilidad del sistema de partidos con liderazgos fuertes como los de Lula. El caso del Uruguay es emblemático donde el Frente Amplio de Izquierda ha logrado consolidar un sistema de partidos que le ha permitido renovar su liderazgo en varios períodos presidenciales y en la administración de varios municipios, especialmente el de Montevideo.
En Bolivia la crisis del sistema de partidos fue terminal, acabando prácticamente con todo los partidos tradicionales (MNR, MIR, ADN) o neopopulistas de corto alcance (CONDEPA, UCS y NFR); para dar curso a la emergencia del MAS y el MSM como dos expresiones distintas entre sí pero que son resultado de haber liderizado a nivel nacional o local procesos de cambio que han confrontado al viejo sistema de partidos.
El proceso liderado por el MAS a la cabeza de Evo Morales está convirtiéndose en un régimen corporativo de intereses de grupos sociales, llamados eufemísticamente “movimientos sociales” que no tienen una estructura democrática de funcionamiento y que empiezan a transformarse en instrumentos de movilización para-gubernamental en el marco de un diseño de bloque de poder concentrado en el Estado. Todos somos el Estado, se podría resumir como pretensión y lógica de dominación masista, en el contexto de la propuesta teórica elaborada por Alvaro García Linera que define el momento actual “donde la política…es fundamentalmente la continuación de la guerra por otros medios.”(“El Estado en transición. Bloque de poder y punto de bifurcación”, Alvaro García Linera en El Estado. Campo de Lucha, Clacso-Comuna-Muela del Diablo Editores, 2010, La Paz).
Hay la necesidad de pensar en un nuevo sistema de partidos democráticos y programáticos que hagan una efectiva aportación al desarrollo de sus pueblos, superando viejas prácticas partidocráticas y sobre todo generando espacios públicos de deliberación democrática con la comunidad no sólo cuando hay campañas electorales sino sobre todo cuando se ejerce responsabilidades de gobierno con la ciudadanía, que si apoya a un determinado partido para el ejercicio del poder, éste debe generar condiciones de efectiva participación ciudadana en la toma de decisiones, en función del programa de gobierno ofertado y respaldo por la gente.
ESTADO DE DERECHO COMO TIRANÍA
El texto de Luis Tapia en su quinto ensayo “El estado de derecho como tiranía” que es el que le da el título al libro, hace una aguda caracterización de la coyuntura donde en el seno de un todavía frágil estado de derecho se estaría incubando una tiranía política que a decir de Luis Tapia se diferencia de una dictadura en que ésta se caracteriza por la cancelación precisamente del estado de derecho, en cambio un estado de derecho puede adquirir una forma de tiranía en el ejercicio del poder. Veamos lo que nos dice Luis al respecto.
“….un estado de derecho es un estado diseñado y gobernado según leyes, una constitución y el uso de esa constitución para producir más leyes. Esto implica que el estado de derecho tendría como uno de sus rasgos el carácter impersonal de las mismas…” (p. 168)
“En un sentido fuerte (estado de derecho) implica básicamente un estado organizado y gobernado por leyes, por un sistema jurídico. La noción de estado de derecho corresponde sobre todo a la historia de la articulación entre derecho y poder político en el continente europeo y a la formación de los estados modernos y, en particular, aunque no exclusivamente, a la tradición liberal.
El que un estado esté organizado y gobernado por leyes por lo general implica la existencia de un poder legislativo separado del poder ejecutivo … y que la administración de la justicia también esté separada como un poder independiente. En este sentido estado de derecho tiende a identificarse con la noción de república. El rasgo definitorio de una república es precisamente la división de poderes; aunque en ella el rasgo central recae sobre el poder legislativo”. (p. 168-169)
Para Luis uno de los rasgos que acrecentaría tendencias tiránicas en el ejercicio del poder en el contexto de un estado de derecho es el presidencialismo y un sistema electoral no proporcional que apunta a las mayorías en desmedro de las minorías. Evo Morales está condensando en torno a su liderazgo esta característica en una suerte de hiper presidencialismo centralista que está empezando a generar una profunda contradicción de lo que debería ser un “Estado Plurinacional descentralizado y con autonomías”, como reza nuestra Constitución. Si a esto le sumamos un creciente “culto a la personalidad” que caracteriza a muchos cuadros políticos del entorno palaciego, incluido el “último de los jacobinos”, tenemos un cuadro de concentración del poder y las decisiones en torno a la figura presidencial. En torno a esta temática Luis nos dice que:
“…Bolivia contiene en su constitución la definición de un régimen presidencialista, tanto antes como después de la asamblea constituyente…”. (p.172)
“…varios dicen que el presidencialismo es la continuación de la monarquía bajo las condiciones de secularización del estado moderno o en regímenes constitucionales. Hay una combinación, en términos de diseño de instituciones políticas y de diseño constitucional, que es la que permite con mayor fuerza la concentración del poder político en el poder ejecutivo y ésta consiste en una combinación de régimen presidencialista con un sistema electoral diseñado en base al principio de mayoría. Esto se organiza a través de circunscripciones uninominales, en las que sólo el ganador representa al conjunto de la población”.
“En Bolivia se introdujeron ya en la década de los 90 algunas reformas al sistema electoral que convirtieron la mitad de la representación parlamentaria en elegida según el método mayoritario, lo cual reduce la proporcionalidad del margen de representación que es elegida según el criterio plurinominal o proporcional, ya que al reducirse a la mitad la cantidad de representantes la capacidad de inclusión se reduce bastante”. (p. 172-173)
“…el rasgo decisivo de lo que en teoría política se llama tiranía es la concentración del poder político a través de la eliminación de la división de poderes, o la reducción de la autonomía de los poderes en el seno del estado, a la vez que se reducen libertades políticas de los ciudadanos. En este caso, lo que estoy llamando el estado de derecho como tiranía implica una configuración política en la que hay una división constitucional de poderes y hay un parlamento que sigue aprobando nuevas leyes, pero el poder político fáctico está concentrado en un núcleo del poder ejecutivo.” (p. 175-176)
“La dinámica y el ritmo de aprobación de las leyes implica que no hay tiempo para la discusión parlamentaria y mucho menos para una discusión ciudadana, es decir, una discusión pública con los diferentes sectores de la sociedad y entre los diferentes pueblos y culturas, de tal manera que las leyes aprobadas sean realmente plurinacionales, interculturales y democráticas, esto es, discutidas públicamente”. (p. 182)
“….el parlamento está operando como legalizador de iniciativas del poder ejecutivo. Este es un rasgo del estado de derecho como tiranía, es decir, legalizar o producir leyes de una manera no democrática, pero usando el espacio institucional de la representación”. (p. 182)
“En particular implica la eliminación de la autonomía del poder legislativo, que opera de una manera totalmente subordinada al poder ejecutivo. Este es el rasgo central de lo que llamo el nuevo estado de derecho como tiranía. Esto se está haciendo de manera abierta y cínica”. (p. 182)
Lo que está sucediendo en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) le da toda la razón a Luis, en sentido de la independencia de poderes, pues la agenda del Órgano Legislativo Plurinacional está subordinada al Órgano Ejecutivo. En más de dos años de funcionamiento de la ALP, de enero de 2010 a abril del 2012, fueron 234 las leyes sancionadas por la ALP, promulgadas y publicadas por la Gaceta Oficial. (Todas estas leyes las puede obtener de: fabianyaksic.blogspot.com)
En el cuadro que a continuación se presenta, se ordenan todas las leyes sancionadas por la ALP en cuatro tipologías según el objeto de las mismas.

Como se puede apreciar del cuadro precedente, la Asamblea Legislativa Plurinacional a más de dos año de funcionamiento no está priorizando leyes que sirvan para implementar la Constitución Política del Estado. Las leyes derivadas de la Constitución y que están orientadas a implementarla son apenas 21 leyes que representan un 9% del total. Las prioridades de la ALP por ahora están en función de las necesidades del Órgano Ejecutivo, especialmente en las leyes de tipología D, donde de las 74 leyes de esta tipología, se han aprobado 39 leyes autorizando nuevo endeudamiento por un monto de algo más DOS MIL TRESCIENTOS NOVENTA Y SEIS MILLONES DE DÓLARES (2.396.012.262). Más del 50% de las leyes sancionadas por la ALP son de carácter protocolar y meramente administrativas, lo que marca un desempeño por demás alejado del rol fundamental que debería tener este órgano del Estado en la implementación legislativa de la CPE.
No es solo la cantidad de las leyes sino también la manera como se encara el tratamiento legislativo que en la mayoría de los casos no se delibera, no se discuten los proyectos que llegan del Órgano Ejecutivo, no se les puede modificar ni una coma, a excepción de algunos contenidos de forma. Por lo que hay un “rodillo” oficialista que impone sus proyectos “sin la suficiente discusión”. No hay margen para que los Diputados y Senadores, que no son de la bancada del MAS, puedan lograr que sus proyectos sean siquiera considerados y por supuesto menos aprobados. El 99% de Las leyes sancionadas responden a la agenda oficialista, la gran mayoría de las mismas elaboradas por el gabinete del Presidente Evo Morales.
En más de dos años y medio de funcionamiento la Asamblea Legislativa Plurinacional se ha convertido en una fábrica arbitraria de leyes sin deliberación significativa y por supuesto al margen de posibilidades de que la ciudadanía tenga espacios institucionalizados, efectivos y democráticos de participación en la “elaboración colectiva de leyes” como manda la CPE.
Al no cumplirse el precepto constitucional que en su artículo 12 inciso I establece que: “El Estado se organiza y estructura su poder público a través de los órganos Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral. La organización del Estado está fundamentada en la independencia, separación, coordinación y cooperación de estos órganos”; la ALP está absolutamente subordinada al Órgano Ejecutivo lo que hace que no sólo las leyes se impongan desde Palacio Quemado, sino que esto provoca la ausencia de una efectiva labor de fiscalización, que es otra de las fundamentales competencias de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Estamos ante una desvalorización de este Órgano del Estado que debió haber sido el escenario privilegiado de deliberación política del Estado.
Lo sucedido con el Tribunal Supremo Electoral y lo que viene sucediendo con el Órgano Judicial y Tribunal Constitucional Plurinacional, especialmente después de las elecciones judiciales del 16 de octubre, están configurando una concentración del poder en el Órgano Ejecutivo.
Para Luis, un rasgo de instrumentación del Órgano Judicial para fines políticos del oficialismo es que…“No se debate con el que piensa diferente, se le enjuicia”.
Siguiendo con la caracterización del “Estado de derecho como tiranía”, Luis amplía el concepto de la siguiente manera:
“El otro efecto perverso del proceso de configuración del nuevo estado de derecho como tiranía es la pretensión de controlar a la sociedad civil y, a través de esto, anular o por lo menos desactivar y desarticular los espacios de deliberación que el sindicalismo, los movimientos sociales y las organizaciones de pueblos indígenas han organizado y activado durante las últimas décadas como condición de posibilidad de la misma asamblea constituyente”. (p. 182-183)
“El gobierno en la medida que ha mezclado los juicios a los anteriores responsables del gobierno en el país, con la utilización del poder judicial para eliminar a otras fuerzas de izquierda que pretenden ejercer su autonomía o tener una voz propia en el proceso, acaba deslegitimando el necesario enjuiciamiento de las responsabilidades políticas de estos gobernantes.
Un rasgo del estado de derecho como tiranía implica la judicialización de la política, en tanto eliminar los espacios públicos como espacios efectivos de deliberación y toma de decisiones, aunque se los mantiene formalmente. La política se traslada al ámbito de la administración del derecho, para habilitar o deshabilitar a los sujetos políticos. No se debate o polemiza con otros sujetos políticos, se les hace juicio”. (p. 184)
“La tiranía implica una voluntad de dominio a través del monopolio del poder político y la anulación de la división de poderes, que se acompaña de una eliminación de los espacios públicos de deliberación”. (p. 184)
TIRANÍA POLÍTICA Y LAS SEMEJANZAS ENTRE EL MNR (AYER) Y EL MAS (HOY)
La interpelación a los partidos políticos le da pie a Luis Tapia para agregar a su caracterización del MAS, que tiene que ver “…con la reproducción de un régimen presidencialista articulado a un principio mayoritario que hoy, no de manera natural sino por cuestiones de finalidad política de los sujetos gobernantes, ha configurado una situación de tiranía política”. (p. 166)
Utilizando la noción de “transformismo” que según el autor es una noción utilizada por Gramsci “…para pensar procesos por medio de los cuales intelectuales orgánicos de un bloque histórico se transforman en intelectuales orgánicos de otro bloque histórico”; el autor propone una hipótesis:
“…mi hipótesis es que el núcleo dirigente del MAS y del actual gobierno ha entrado en una fase de transformismo cada vez más acentuada. De ser intelectuales orgánicos de sectores campesinos, indígenas y populares se han convertido en los intelectuales orgánicos de un proyecto de reconstitución del estado-nación en Bolivia en torno a un núcleo capitalista, que está reacoplando las estructuras de poder y dominación patrimonialistas con una nueva dirigencia de origen popular, que a su vez está organizando un régimen de tiranía política sobre el mismo pueblo del cual ha salido”. (p. 125)
El concepto de tiranía política para caracterizar a un gobierno que ha impulsado procesos importantes de transformación lo leemos también en la caracterización que hacía Marcelo Quiroga Santa Cruz del régimen del MNR cuando afirmaba, en un editorial del periódico El Sol, La Paz, lunes 28 de diciembre de 1964, que:
“El MNR no cayó por defender la nacionalización de las minas; cayó porque hizo de ellas un negocio partidario que le reportó ciento ocho millones de dólares; el MNR no fue derrocado porque de ella hizo, más bien que un instrumento de liberación económica y social del campesinado, una forma de tiranía política por la que el campesino debió velar por el sueño y seguridad de sus verdugos; el MNR no fue derrocado por la preservación del voto universal, sino por la desvirtuación de su esencia, por el escamoteo de la voluntad popular. En suma, el MNR no fue derrocado por defender la independencia política y económica de Bolivia, sino por la enajenación de nuestra economía y de nuestra dignidad nacional”. (Citado en: Marcelo Quiroga Santa Cruz. El socialismo vivido, Hugo Rodas, Plural Editores, La Paz-Bolivia).
Cuatro años antes de lo mencionado, Marcelo Quiroga Santa Cruz publica una secuencia de artículos en El Diario, entre el 6 de marzo y el 3 de abril de 1960, que luego fuera editado bajo el título de LA VICTORIA DE ABRIL SOBRE LA NACIÓN. Marcelo Quiroga Santa Cruz, demoró DOCE años después de la REVOLUCIÓN NACIONAL del MNR, para escribir que el MNR hizo de la reforma agraria una forma de “tiranía política”. Salvando las distancias y el contexto, a Luis Tapia le tomó casi SEIS años desde el inicio de la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA Y CULTURAL liderizada por el MAS y Evo Morales para llegar a la misma conclusión.
Por la soberbia, sordera, ceguera e imposturas que viene mostrando el gobierno del MAS, parece difícil que sea por el camino de la “reconducción del proceso”, como lo piden Oscar Olivera, Alejandro Almaraz, entre otros y otras, que la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA Y CULTURAL del MAS no termine como la REVOLUCIÓN NACIONAL del MNR.
El MAS se va pareciendo cada vez más al MNR. Por ello siento que el “proceso de cambio”, iniciado con fuerza movilizadora el año 2000, exige de cambios profundos en la conducción del proceso y en las políticas que se están ejecutando a nombre del “proceso de cambio”.
Hay varios síntomas de la decadencia y transformismo de un gobierno, inaugurado con mucha esperanza el 2006 y re legitimizado en diciembre de 2009, que hoy va configurando un régimen donde las libertades democráticas de pensar diferente e interpelar a los conductores de la “revolución democrática y cultural” es sometido a un conjunto de acciones de intimidación destinadas a silenciar las voces disidentes y alternativas que empiezan a emergen con distinta fuerza.
No es casual que el gobierno masista sea un defensor del viejo código penal partidocrático que contiene figuras penales anacrónicas y autoritarias que precisamente están orientadas a disminuir las libertades democráticas. Esto sucede con la figura penal de Desacato que es apelada por funcionarios del gobierno de Evo Morales. Ya es hora de construir la nueva Codificación adjetiva y sustantiva en materia civil, familiar, penal, tributaria, laboral, comercial, minería y electoral concordante con nuestra Constitución Política del Estado.
Cada vez que algún dirigente o líder de opinión pública opositora o alternativa al gobierno de Evo Morales casualmente aparece notificado con algún proceso judicial, o son movilizados procesos judiciales acumulados en el Ministerio Público.
La selectiva represión a la protesta social va marcando niveles de autoritarismo y violación de los derechos humanos que corren el riesgo de quedar en la impunidad. La violenta represión a los pobladores de Caranavi, donde murieron dos jóvenes, que exigían que Evo Morales cumpla con sus compromisos electorales de montar una fábrica de jugos de frutas; la “imperdonable” represión a la octava marcha de la CIDOB en Chaparina a las naciones y pueblos indígenas que marchaban en defensa de la “madre tierra”. La brutal y cobarde golpiza propinada a una enfermera durante las masivas movilizaciones de médicos y trabajadores en salud que pedían la abrogación de un improvisado e inconstitucional decreto supremo.
La activación de procesos judiciales por sedición y acciones arbitrarias que pretenden la expulsión de la Asamblea Legislativa Plurinacional de la Diputada Marcela Revollo del Movimiento Sin Miedo, por declararse opositora y apoyar la novena marcha por la protección del TIPNIS; las delictivas y cínicas arengas públicas del Gobernador Cocarico amenazando con “colgar a quienes se oponen al proceso de cambio”; la abusiva detención y allanamiento de domicilios de jóvenes activistas sociales y rockeros acusados de terrorismo son, entre otras acciones del Gobierno de Evo Morales y del MAS, síntomas de la decadencia y transformismo de un gobierno que contaba con una enorme legitimidad para sentar las bases de un efectivo proceso de cambio.
Se ha rifado la legitimidad del 64% de diciembre de 2009, por estas acciones que están develando, que el gobierno del MAS está transitando hacia un régimen populista, basado en el viejo capitalismo de Estado extractivista, centralista, hiper presidencialista y burocrático corporativo, que empieza a conculcar las libertades democráticas y derechos ciudadanos, ampliamente protegidos, por una Constitución Política del Estado, que está siendo sistemáticamente ignorada y transgredida por el gobierno del Presidente Evo Morales.
Este cuadro político de sistemático ataque a quienes consideran los enemigos de la “revolución democrática y cultural”, parece ser resultado de las lecturas y miradas del Vicepresidente del Estado, quien en algunos discursos y especialmente en su ensayo publicado el año 2010 (Ibid, El Estado en transición. Bloque de poder y punto de bifurcación) en su epígrafe, cita el siguiente texto de Robespierre:
“El objetivo del gobierno constitucional es de conservar la República: el del gobierno revolucionario es el de fundarla.
La Revolución es la guerra de la libertad contra sus enemigos; la Constitución es el régimen de la libertad victoriosa y serena.
El gobierno revolucionario necesita una actividad extraordinaria por estar, precisamente, en guerra. Se ve sometido a reglas menos uniformes y menos riesgosas, porque las circunstancias en las que se encuentra son tormentosas y móviles; y sobre todo, porque se ve obligado a desplegar sin respiro recursos nuevos y veloces para hacer frente a peligros nuevos y urgentes.
El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil; y el gobierno revolucionario de la libertad pública. En situaciones de régimen constitucional basta, prácticamente, con proteger a los individuos de los abusos del poder público; bajo el régimen revolucionario, el poder público debe defenderse a sí mismo de todas las facciones que lo atacan”.
Robespierre
En la época de la Revolución Francesa la guillotina era el mecanismo para sembrar terror y acabar con los “enemigos del régimen revolucionario”, hoy se utiliza la acusación formal de un fiscal para suspender autoridades electas como guillotina judicial, destinada al mismo propósito.