Adjunto a consideración de ustedes el artículo TIRANÍAS DE AYER Y DE HOY
escrito en base a las reflexiones que nos propone Luis Tapia en su libro
"El Estado de derecho como tiranía".
Saludos,
Saludos,
FABIÁN II YAKSIC FERAUDY
DIPUTADO NACIONAL
Cámara de Diputados - Asamblea Legislativa Plurinacional
Luis Tapia, en su prolífica tarea bibliográfica, presentó
en fecha 12 de octubre de 2011, el libro denominado El estado de derecho como tiranía, CIDES-UMSA, 2010, La Paz-Bolivia.
El presente
Este nuevo libro, a través de sus seis ensayos, es quizás
uno de los textos más “politizados”, en sentido de toma de posición política
que ha escrito Luis Tapia. A lo largo del texto se desnuda la descomposición
política de un liderazgo que hace mas de dos años lograba un histórico triunfo
electoral obteniendo el 64,22% de la votación, correspondiente a casi 3
millones de bolivianos y bolivianas que confiamos en cinco años más de gestión
de gobierno a la cabeza de Evo Morales.
A más de dos años de ese resultado electoral Luis Tapia,
en su caracterización del MAS y su gobierno, vierte varias definiciones que
describen y caracterizan lo que denomina “la
descomposición” gubernamental desplegando una faceta “anti-indígena y
anti-popular”. Por ello sentencia en la introducción de su libro que: “no habrá final feliz para esta dimensión
del proceso histórico que se refiere a la relación instrumental y tiránica
establecida por el MAS con las organizaciones populares e indígenas”.
Este libro, utiliza herramientas conceptuales que han
alimentado de manera innovadora la labor intelectual “y producción de
conocimiento” de Luis, especialmente tomada de la cantera teórica de Antonio
Gramsci y por supuesto de René Zavaleta Mercado, que gracias a Luis cobran
siempre una relevante actualidad y utilidad.
En el primer ensayo utiliza la noción de “clivaje”
para referirse a las divisiones sociales y estructuras de desigualdad que han
marcado época o ciclos políticos importantes en el país, configurando “clivajes
sociales y políticos”. Y lo hace retomando la idea de Bolivia como país
multisocietal, que el autor ha trabajado en anteriores textos; en el contexto
de un territorio que ha sido objeto de colonización histórica en la que se han
configurado estructuras de desigualdad, por un lado, con el “colonialismo
externo (relación del país y los poderes coloniales, neocoloniales o
imperialistas)”, y por otro lado, con la división social producida por el
“colonialismo interno”. Esto determina un primer clivaje colonial que atraviesa,
nos dice Luis, la estructura de clases moderna.
Nos pone como ejemplo de ello a la revolución federal
de fines del siglo XIX, donde se dio “…un
acoplamiento entre un clivaje político… intra bloque político dominante con un
clivaje de origen colonial, que responde a la contradicción entre pueblos
colonizados y aquellos que representan la continuidad del orden colonial bajo
un régimen republicano”.
En la época del nacionalismo revolucionario se ha
producido una politización de los clivajes clasista (impulsado por el
movimiento obrero y la COB), el clivaje autoritarismo-democracia y el clivaje
nación-imperialismo. Para los años 70 se hace notoria la influencia y
protagonismo del katarismo en que convierte el clivaje cultural o
étnico-cultural en un clivaje político, cuyo efecto será por un lado la ruptura
del pacto militar campesino, la fundación de la CSUTCB y la emergencia de
partidos kataristas e indigenistas como MITKA y el MRTK que de acuerdo a Luis
Tapia son “…partidos políticos que
introducen el clivaje étnico-cultural o nacional-colonial en el sistema de
partidos…(que) ha de ser uno de los principales organizadores de la lucha
política y social en el país”.
Ya en los albores del siglo XXI, un actor fundamental
que de manera pertinente destaca Luis fue la configuración de la Coordinadora
del Agua, en lo que se denominó la “guerra del agua” en el año 2000, “…como una red de asambleas de democracia
directa, de espacios públicos para discutir el destino común y la reforma
pluricultural del país”, que a decir de Luis fue “…clave de politización del clivaje socio-económico y del
político-ideológico”, que permitió “ampliar
rápidamente el horizonte de politización de las críticas al modelo neoliberal”.
Con relación a un tipo de clivaje político aunque de
“baja intensidad”, Luis Tapia visibiliza en sus reflexiones la emergencia del
Movimiento Sin Miedo, fundado en Marzo de 1999, y que recién creado logró ganar
las elecciones municipales del mismo año, lo que permitió una primera
emergencia de un movimiento ciudadano popular de izquierda que viene gobernando
la ciudad de La Paz ya por tres gestiones consecutivas, recibiendo el respaldo
ciudadano también en tres elecciones municipales (1999, 2004 y 2010).
Recordemos que, bajo la consigna de “estamos cabreados” con la partidocracia,
el Movimiento Sin Miedo (MSM) logró una victoria electoral precursora. Fue la
primera que le propinaba la izquierda a la derecha conservadora y neoliberal
después de 17 años; y la gestión municipal que se inició a la cabeza del MSM el
2000 fue pionera tanto en el cambio institucional como en la transformación
urbana.
Al respecto Luis afirma que:
“Hacia fines de los años 90 se articula una especie de
clivaje político, diría de segundo nivel o menor intensidad que los clásicos,
la contraposición entre partidocracia corrupta y una política ciudadana que
restituye el carácter público de las instancias de representación y gestión.
Quien articula de manera efectiva y produce la primera ruptura en el monopolio
político establecido por los partidos de las coaliciones neoliberales
gobernantes fue el Movimiento Sin Miedo (MSM) en la sede de gobierno en La Paz.
En 1999 se funda el MSM y en breve disputa la alcaldía de la ciudad de La Paz y
gana. Esta es la primera victoria electoral frente a la coalición neoliberal,
que ha marcado un proceso de recomposición de los espacios de representación
política, ya que esta victoria electoral está montada sobre una alianza de
activistas vecinales, fracciones de izquierda y jóvenes. En perspectiva se
puede ver que han frenado el ciclo de corrupción y descomposición política
generada por los partidos de la coalición neoliberal y han empezado procesos de
desarrollo municipal que han mejorado sustantivamente el conjunto de las
condiciones en el municipio de La Paz”.
(p. 27-28)
EL MAS, UN
PROGRAMA PRESTADO Y LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Para Luis Tapia si bien “la victoria electoral del MAS quiebra … el continuum de las
estructuras de autoridad y ejercicio del poder político en el país…(los)
puestos (públicos) estaban ocupados por miembros de la misma clase dominante y
de los partidos que gestionaban la reproducción y ampliación de su poder”;
en el primer ensayo Luis devela un aspecto que explicaría más adelante la
“descomposición gubernamental del MAS” cuando afirma que “el MAS no sostuvo hasta el 2003 como parte de su programa una asamblea
constituyente. Luego, la idea de un estado plurinacional en la constitución fue
introducida por presión del Pacto de Unidad…”.
En consecuencia, de la lectura de lo afirmado por Luis,
podríamos concluir que el MAS no solo se prestó el programa y la agenda
política del proceso de politización de los clivajes estructurales de los
pueblos indígenas, que son quienes demandaron Asamblea Constituyente ya en
1990, y politizaron, para usar expresiones de Luis, el clivaje “étnico-cultural
o nacional-colonial” en la propuesta de la Bolivia Plurinacional. Si a esto le
sumamos que el MAS tampoco enarboló el Estado descentralizado con autonomías,
es más impulsó la campaña por el NO a la autonomía departamental en el
referendo del 2006, configuraría un cuadro de ausencia programática del MAS que
adoptó la “agenda de la época” con muy poca convicción para su implementación
al menos en sus dos ejes programáticos fundamentales: el plurinacional y el
autonómico.
Por ello, escribe Luis Tapia:
“Para las elecciones del 2005 el MAS hábilmente
negocia una amplia red de alianzas con la mayor parte de las organizaciones
sindicales en el país y otro tipo de gremios de trabajadores y sectores
populares.
No hubo una discusión programática del proyecto
político entre el MAS y las organizaciones. Básicamente se negociaron cuotas de
inclusión en el ejecutivo y legislativo, también para asamblea constituyente.
Uno podría decir que la condición de posibilidad y de legitimación de esta
práctica fue dada por el hecho de que en el ciclo de movilizaciones previo se
habría articulado el programa político de la época, es decir, nacionalización y
asamblea constituyente. En la medida en que MAS empieza a realizar esas tareas no
se necesitaba discutir necesariamente en el nivel programático y de proyecto
político” (p.70).
En la concentración y contramarcha a la del TIPNIS,
organizada por el Gobierno, que no fue nada voluntaria ni espontánea, el
Presidente Evo Morales decía que ya se cumplió la agenda de octubre (Asamblea
Constituyente y Nacionalización) y planteó “debatir una nueva agenda en base a
un plan de desarrollo nacional”, reconociendo con ello la ausencia de un Plan
de Desarrollo Económico y Social que exige la Constitución y del que carece el
gobierno a dos años ya de su segunda gestión.
Lo de la nacionalización está todavía en discusión,
pero en lo que se refiere a la Asamblea Constituyente considero que todavía no
se ha dicho todo acerca de lo que realmente ha sucedido. Lo que sí es evidente
es que la Asamblea Constituyente fracasó en la elaboración de un proyecto de
Constitución concertado, no sólo por la actitud del MAS sino también por la
instrumentalización de la misma por fuerzas conservadoras, que sabotearon la Asamblea.
Hablo de fracaso pues se tuvo que habilitar escenarios complementarios de
concertación, primero en SEPTIEMBRE 2008 para modificar completamente la
Tercera Parte de la CPE referida a la Organización Territorial del Estado y el
Régimen de autonomías. Se logró la apertura de un escenario de concertación con
Prefectos, para discutir la Autonomía Departamental, la FAM para definir las
Autonomías Municipales, con dirigentes del Chaco tarijeño para la Autonomía
Regional, y con la CIDOB y CONAMAQ, para ver las Autonomías Indígenas. Me tocó
coordinar este proceso desde el Viceministerio de Descentralización bajo la
conducción de Carlos Romero, del cual participó también activamente Raúl Prada.
La modificación sustancial de todo el Capítulo Tercero
posibilitó luego, que el MAS y PODEMOS, que hacían los 2/3 en el Congreso
Nacional de entonces, decidan transformar éste de facto en Congreso
Constituyente, viabilizando la modificación de casi un 40% del proyecto de
Constitución aprobado en Oruro por la Asamblea Constituyente, lo que viabilizó
finalmente la aprobación de la Ley de Convocatoria a Referendo para enero de
2009.
En relación a la Asamblea Constituyente, Luis Tapia
afirma:
“Luego de haberse elegido a los representantes el MAS
abandonó la asamblea constituyente por un buen tiempo, con la idea de que ésta
iba a servir para legalizar las reformas o cambios que el ejecutivo estaba
imaginando. En ese sentido, el MAS no articuló un proceso de discusión pública
nacional sobre los diversos aspectos que caracterizarían las estructuras del
nuevo estado boliviano, así como los derechos y principios que lo organizarían,
hasta que la oposición de derecha se apropió de la asamblea constituyente como
un espacio político de boicot al gobierno, poniéndolo en una crisis bastante
severa de capacidad de gobierno sobre el país.” (p. 71)
Luis Tapia va más allá todavía cuando devela que:
“El deseable objetivo de tener un nuevo documento
constitucional que permita legalizar las nuevas formas de monopolio político,
vinculado a los intentos de llegar a un statu quo entre el MAS y fracciones del
viejo bloque económico dominante en el país, hacen que la nueva constitución
contenga la reproducción del núcleo más duro de las estructuras
patrimonialistas en el país, que es el reconocimiento del latifundio, por lo
tanto, del conjunto del régimen de propiedad que da lugar a un tipo de
ordenamiento social que hace que en varios territorios del país el poder
central no sea el del estado ni el de los ciudadanos sino el de la cabeza de
las estructuras patrimonialistas.” (p. 71-72)
Para la Asamblea Constituyente sentencia Luis “el MAS no tenía un proyecto político. En
todo el periodo constituyente,…no difundió ninguna idea de país o del tipo de
estado que el conjunto de la población pueda debatir para estar en contra o a
favor”.
Y sigue Luis con la valoración de la Asamblea
Constituyente al afirmar que:
“La asamblea constituyente fue convocada a través de
la competencia de partidos y con una ley electoral que forzaba la alianza con
una de las fuerzas electorales grandes, algunos sin embargo se arriesgaron y
utilizaron las circunscripciones uninominales para tener una presencia propia o
autónoma. Una primera reducción en el proceso constituyente es la ley electoral
definida por un principio mayoritario predominante que crea un bipartidismo
artificial. A pesar de esto la asamblea constituyente a través de alianzas
contenía una amplia representación de la gran diversidad de organizaciones
sociales, pueblos y culturas, con un marcado déficit en relación a los pueblos
y culturas de tierras bajas debido a la misma ley electoral y la concepción
mayoritaria predominante.
El MAS, sin embargo, concibió la asamblea
constituyente como un momento para legalizar lo que ellos concebían como
programa de cambio para el país. En este sentido, no hizo nada para que la
asamblea constituyente se convirtiera en un tiempo político de amplia discusión
ciudadana en el país, para formular las nuevas instituciones y leyes que nos
organizarían y dirigirían. Tampoco elaboró una propuesta que haya sido conocida
por todos en el país y sea objeto de discusión y una parte de la construcción
colectiva, que no articuló. Quienes socializaron el proceso y elaboraron una
propuesta fueron los del Pacto de Unidad, que es esta articulación de asambleas
de pueblos indígenas y sindicalismo campesino, que presionó sobre el MAS para
introducir lo que tiene de plurinacional la nueva constitución. El propósito
del MAS era usar la asamblea constituyente como la instancia de legalización de
lo que un núcleo del poder ejecutivo estaba pensando como programa de cambio o
como necesidades institucionales para ejercer el poder político en el país”. (p.
178-179)
CARACTERIZACIÓN
DEL GOBIERNO DEL MAS
Más allá de las interesantes y didácticas aplicaciones
de categorías conceptuales de Gramsci y Zavaleta como son las nociones de
“CATARSIS, TRANSFORMISMO, BLOQUE HISTÓRICO, HEGEMONÍA, FORMA PRIMORDIAL” y
varias otras, me interesa centrarme en la caracterización crítica que hace Luis
Tapia del gobierno del MAS a lo largo de todo el libro.
Veamos al respecto lo que dice Luis Tapia:
“El MAS desde un inicio ha empezado con la
reconstrucción del estado que las fuerzas populares pusieron en crisis. En ese
sentido, el MAS opera como una fuerza conservadora de reconstrucción de la
principal forma de dominación política en el país, cambiando el discurso de
legitimación e introduciendo varias reformas que podrían ser democratizantes si
es que la vida política se hubiese reorganizado en el sentido de mayor
participación, pluralismo e independencia de los poderes, cosas que se han
eliminado”. (p.73)
Al finalizar el segundo ensayo, luego de una lectura
crítica de la nacionalización, que a decir de Luis “…es un nombre grande para lo que se está procesando como tal”,…lanza
otra crítica al gobierno del MAS, en sentido de que: “…otro efecto perverso del proceso de nacionalización”,…(es que
éste) “sirve para financiar la tiranía
política del país. Es por eso que la nacionalización”, sigue Luis, “…por sí sola no es suficiente. Se necesita articular
fuertemente nacionalización y plurinacionalización con democratización”.
Frente a lo que Luis nos propone que: “…Este
es el horizonte político que tenemos que rearticular en las luchas del presente
y del futuro contra el nuevo bloque político dominante”(pp.76).
Para ampliar su caracterización del MAS, Luis Tapia
recurre a la distinción entre izquierda y derecha, afirmando que:
“En general se puede decir que una política de derecha
es aquella que trabaja para organizar y reproducir las formas de exclusión,
discriminación, desigualdad y explotación y una política de izquierda es
aquella que trabaja para ampliar las áreas de igualdad y atacar las estructuras
de desigualdad, discriminación y exclusión….La intervención del MAS como un
factor de salvataje de las estructuras patrimonialistas en el país y su
política de reacoplamiento con el viejo bloque dominante, que implica la
legalización de las estructuras de desigualdad y de las condiciones materiales
de largo aliento de la reproducción de las mismas, hacen pensar que el MAS está
operando una política de derecha”. (p. 108).
Desde la izquierda van apareciendo más voces críticas
sobre la identificación política del MAS, cuando Boaventura de Sousa Santos,
sociólogo de izquierda portugués afirmaba, en una entrevista publicada por
Página Siete el domingo 18 de septiembre de 2011, refiriéndose al Gobierno del
MAS y sus acciones en contra de la marcha indígena por el TIPNIS decía: “Es muy importante que la marcha por el
TIPNIS siga su camino hasta que haya una negociación, porque Evo tiene que
saber que si va a vencer a los indígenas, es su derrota…Se puede decir por esto
(que el gobierno) ya no es de izquierda, es un campo de lucha, Evo mismo es un
campo de lucha”.
Siguiendo con la densa caracterización del MAS, Luis Tapia
afirma que:
“El núcleo central del proyecto político del MAS es el
monopolio de la vida política. Yo diría que esto es algo insensato en un
territorio como el boliviano, caracterizado precisamente por la capacidad de
generación de democracia directa desde varios núcleos. En este sentido,
probablemente sea la tumba del MAS”. (p. 115)
Más adelante Luis continúa con su interpelación al
gobierno del MAS afirmando:
“Cuando se pasa de la utilización instrumental de lo
popular al desprecio y el sentimiento de omnipotencia o de control y dominio
sobre el pueblo se entra en la fase de miseria de la política, que es lo que
caracteriza hoy al gobierno del MAS”. (p. 135)
TRANSFORMISMO
En base a la noción de transformismo, que a decir de
Luis Tapia, es una noción que introdujo Gramsci “…para pensar procesos por medio de los cuales intelectuales orgánicos
de un bloque histórico se transforman en intelectuales orgánicos de otro bloque
histórico” (p.118). Para Luis Tapia son tres momentos de transformismo que
caracterizarían al MAS:
“En el primero el MAS se transforma en torno al
proyecto de la autonomía. Abandona la articulación de un núcleo propio de
proyecto político y adopta el núcleo del proyecto político del bloque vencido
electoralmente, del viejo bloque dominante, en torno a la idea de las
autonomías. En el segundo momento de transformismo el MAS explícita su proyecto
capitalista extractivista y su posición anti-indígena. En este tercer momento
del gasolinazo el MAS explícita su componente anti popular, en el sentido de
que esta medida se la toma sin ninguna consulta, ningún proceso de negociación,
ni consideración de alternativas o de ajustes progresivos o procesuales de la
economía boliviana a las tendencias económicas regionales y mundiales”. (p. 129)
HEGEMONÍA
Según algunas autoridades de gobierno y altos
dirigentes del MAS estaríamos ante un despliegue de un proyecto hegemónico
basado en los movimientos sociales. Para contradecir estas pretensiones
oficialistas, Luis Tapia aclara pertinentemente en su libro:
“…lo hegemónico se usa en el sentido simple de control
o ser mayoría del conjunto de los espacios estatales y de la sociedad civil,
pero sin capacidad de dirección….”.
“Gramsci solía decir que la hegemonía consiste en una
composición de dominación y dirección. Esto implica supremacía en términos de
presencia ideológica en la sociedad civil y también en el estado y el control
de la propiedad en la economía, es decir, la dirección económica. El gobierno
ha avanzado en recuperar el control de parte de la economía y está pretendiendo
controlar a la sociedad civil por la vía de captar sus direcciones, a través de
redes clientelares, en un nivel de integración corporativa, pero no se podría
decir por ningún motivo que es una fuerza dirigente”. (p.133)
“No hay que confundir hegemonía con
monopolio o pretensiones de monopolio en la vida política. La línea de acción
del MAS se caracteriza claramente por lo segundo. El conjunto de condiciones
históricas y la dirección de las políticas del MAS indican más bien la
configuración de una condición de imposibilidad de construcción de una nueva
hegemonía. La hegemonía implica la articulación de un bloque histórico. No
puede haber hegemonía sin articulación de un bloque histórico”. (p. 135)
INTERPELACIÓN
A LOS PARTIDOS POLÍTICOS
En el cuarto ensayo Luis hace una importante
retrospectiva histórica y crítica acerca del sistema de partidos y el rol que
han jugado éstos señalando que:
“En la medida que los partidos políticos se vuelven de
manera predominante máquinas electorales y luego, cuando tienen éxito, en
administradores de reformas estatales de carácter internacional, la otra faceta
consiste en que los partidos dejan de ser un espacio de elaboración de proyecto
político en el seno de la sociedad civil”. (p.146)
“Los partidos políticos han perdido espesor histórico
y político. En ese sentido, también han perdido el carácter de ser espacios
públicos. Se podría decir que en gran parte los partidos políticos son espacios
privados, es decir, núcleos de organización que ya no están abiertos ni generan
participación política, sino que son núcleos de organización de intereses
particulares, con la ventaja de que son reconocidos por la ley para representar
lo público”. (p. 149)
“El sistema de partidos se reinstaura en Bolivia a fines
de los años 70 de manera quebrada, para las elecciones del 78, 79 y del 80…. El
sistema de partidos funcionó sobre todo para ampliar el ámbito de las
libertades políticas y, en este sentido, algo de igualdad política también. La
coalición electoral que ganó repetidamente las elecciones, el frente de Unidad
Democrática y Popular, estaba montada sobre la estructura organizativa y de
movilización de la central obrera, era un frente que agrupaba como a 70
diferentes organizaciones de izquierda entre partidos grandes y organizaciones
pequeñas. No logró articular un programa de gobierno y un proyecto político que
pudieran convertir en contenido del gobierno, una vez que lo asumieron a fines
del 82”. (p.154)
“Uno de los nuevos rasgos de la dinámica partidaria durante
estas décadas es que los partidos en tanto se convierten en máquinas
electorales y organizaciones repartidoras de cargos, por el monopolio que la
ley les otorga sobre la representación política, se vuelven un canal de ingreso
a los cargos públicos, es decir, un filtro para poder obtener empleo en el seno
de las instituciones de gobierno. El ser miembro del partido se vuelve uno de
los requisitos para obtener trabajo. (p.157)
“El MAS sirve para canalizar en el momento electoral
la acumulación de fuerzas que se da en los largos procesos de articulación de
los bloques históricos de las culturas comunitarias, tanto en tierras bajas
como en las altas y de los movimientos anti-privatización”. (p. 158)
“El MAS en tanto portador de una parte del monopolio
de la político otorgado por ley, negoció bilateralmente con cada sector su
inclusión y una cuota de participación en los poderes del estado. Esta
inclusión no era parte de un proceso de conformación de una dirección
colectiva. En este sentido es una inclusión subordinada, que se mantiene en la
medida en que el incluido se subordina al inclusor o al medio de la inclusión,
es decir, al partido mediador”. (p. 159)
“…la inclusión de representantes de sectores populares
no ha estado ligada a la ampliación de los espacios de deliberación que tengan
efecto estatal, es decir, en las discusiones y en la definición del programa de
gobierno, las políticas públicas y las leyes”. (p. 159)
“El MAS no ha generado ningún debate importante en el
seno de la sociedad civil, más bien los ha inhibido y cancelado”. (p. 161)
“La nacionalización no es patrimonio del MAS en tanto
proyecto político, es una de las ideas más generalizadas y consensuadas en el
país…..La recuperación de excedente que esto implica está siendo utilizada para
montar una estructura de monopolio del poder político interno, es decir, para
producir la desigualdad política”. (p. 162)
“….de manera explícita el MAS es una estructura de
reducción del pluralismo político y, así, de reducción de la democracia. Por
eso es una estructura de exclusión política. Es una estructura de organización
de la desigualdad. Es una fuerza estatal antidemocrática”. (p. 166)
En el mundo entero está en crisis el sistema de
partidos. Con la primavera árabe y el movimiento de “los indignados” se abre en
el mundo un gran debate acerca del rol de los partidos políticos y su necesaria
transformación en partidos programáticos, democráticos y no meramente
electorales o estructuras destinadas sólo a la reproducción del poder como un
objetivo en sí mismo.
Especialmente en América Latina seguimos viviendo una
crisis de la forma partido que marca la emergencia de varios liderazgos que
confrontaron y en muchos casos acabaron con el sistema político tradicional. No
siempre la emergencia de estos liderazgos “a sistémicos” han sido democráticos,
recordemos el ejemplo de Fujimori en el Perú. Lo evidente es que en la última
década han surgido fuertes liderazgos populares que han logrado el respaldo
electoral para ser gobierno al margen del sistema de partidos. Este es el caso
especialmente de Venezuela, donde el sistema bipartidista que se turnaba en la
administración del poder, entre la democracia cristiana y la social democracia,
desapareció para dar curso al partido de Chávez. Humala en el Perú y Correa en
Ecuador tienen estructuras partidarias en construcción. Quizá el caso de los
Kirschner en la Argentina es una combinación de una vieja identificación
peronista con una suerte de neo populismo al margen del sistema de partidos
tradicional. En la Argentina se generaron condiciones objetivas y subjetivas
para la emergencia del liderazgo de los esposos Kirschner recientemente
renovada en torno a la viuda que alimentó su caudal electoral con el voto
póstumo.
Chile, Brasil y Uruguay son procesos de renovación
política pero afincada en el sistema de partidos relativamente consolidados
luego del retorno democrático. En el primer caso con partidos de larga historia
democrática articulados en la Concertación que dio paso a la emergencia de
liderazgos más conservadores, como es el caso de Piñera o del Alcalde de
Santiago. En Brasil el PT viene de una larga historia de luchas democráticas
cuya continuidad en la gestión por un tercer período marca una destacable
estabilidad del sistema de partidos con liderazgos fuertes como los de Lula. El
caso del Uruguay es emblemático donde el Frente Amplio de Izquierda ha logrado
consolidar un sistema de partidos que le ha permitido renovar su liderazgo en
varios períodos presidenciales y en la administración de varios municipios,
especialmente el de Montevideo.
En Bolivia la crisis del sistema de partidos fue
terminal, acabando prácticamente con todo los partidos tradicionales (MNR, MIR,
ADN) o neopopulistas de corto alcance (CONDEPA, UCS y NFR); para dar curso a la
emergencia del MAS y el MSM como dos expresiones distintas entre sí pero que
son resultado de haber liderizado a nivel nacional o local procesos de cambio
que han confrontado al viejo sistema de partidos.
El proceso liderado por el MAS a la cabeza de Evo
Morales está convirtiéndose en un régimen corporativo de intereses de grupos
sociales, llamados eufemísticamente “movimientos sociales” que no tienen una
estructura democrática de funcionamiento y que empiezan a transformarse en
instrumentos de movilización para-gubernamental en el marco de un diseño de bloque
de poder concentrado en el Estado. Todos somos el Estado, se podría resumir
como pretensión y lógica de dominación masista, en el contexto de la propuesta
teórica elaborada por Alvaro García Linera que define el momento actual “donde
la política…es fundamentalmente la continuación de la guerra por otros
medios.”(“El Estado en transición. Bloque de poder y punto de bifurcación”, Alvaro
García Linera en El Estado. Campo de
Lucha, Clacso-Comuna-Muela del Diablo Editores, 2010, La Paz).
Hay la necesidad de pensar en un nuevo sistema de
partidos democráticos y programáticos que hagan una efectiva aportación al
desarrollo de sus pueblos, superando viejas prácticas partidocráticas y sobre
todo generando espacios públicos de deliberación democrática con la comunidad
no sólo cuando hay campañas electorales sino sobre todo cuando se ejerce
responsabilidades de gobierno con la ciudadanía, que si apoya a un determinado
partido para el ejercicio del poder, éste debe generar condiciones de efectiva
participación ciudadana en la toma de decisiones, en función del programa de
gobierno ofertado y respaldo por la gente.
ESTADO DE
DERECHO COMO TIRANÍA
El texto de Luis Tapia en su quinto ensayo “El estado
de derecho como tiranía” que es el que le da el título al libro, hace una aguda
caracterización de la coyuntura donde en el seno de un todavía frágil estado de
derecho se estaría incubando una tiranía política que a decir de Luis Tapia se
diferencia de una dictadura en que ésta se caracteriza por la cancelación
precisamente del estado de derecho, en cambio un estado de derecho puede
adquirir una forma de tiranía en el ejercicio del poder. Veamos lo que nos dice
Luis al respecto.
“….un estado de derecho es un estado diseñado y
gobernado según leyes, una constitución y el uso de esa constitución para
producir más leyes. Esto implica que el estado de derecho tendría como uno de
sus rasgos el carácter impersonal de las mismas…” (p. 168)
“En un sentido fuerte (estado de derecho) implica
básicamente un estado organizado y gobernado por leyes, por un sistema
jurídico. La noción de estado de derecho corresponde sobre todo a la historia
de la articulación entre derecho y poder político en el continente europeo y a
la formación de los estados modernos y, en particular, aunque no
exclusivamente, a la tradición liberal.
El que un estado esté organizado y gobernado por leyes
por lo general implica la existencia de un poder legislativo separado del poder
ejecutivo … y que la administración de la justicia también esté separada como
un poder independiente. En este sentido estado de derecho tiende a
identificarse con la noción de república. El rasgo definitorio de una república
es precisamente la división de poderes; aunque en ella el rasgo central recae
sobre el poder legislativo”. (p. 168-169)
Para Luis uno de los rasgos que acrecentaría
tendencias tiránicas en el ejercicio del poder en el contexto de un estado de
derecho es el presidencialismo y un sistema electoral no proporcional que
apunta a las mayorías en desmedro de las minorías. Evo Morales está condensando
en torno a su liderazgo esta característica en una suerte de hiper
presidencialismo centralista que está empezando a generar una profunda
contradicción de lo que debería ser un “Estado Plurinacional descentralizado y
con autonomías”, como reza nuestra Constitución. Si a esto le sumamos un
creciente “culto a la personalidad” que caracteriza a muchos cuadros políticos
del entorno palaciego, incluido el “último de los jacobinos”, tenemos un cuadro
de concentración del poder y las decisiones en torno a la figura presidencial.
En torno a esta temática Luis nos dice que:
“…Bolivia contiene en su constitución la definición de
un régimen presidencialista, tanto antes como después de la asamblea
constituyente…”. (p.172)
“…varios dicen que el presidencialismo es la
continuación de la monarquía bajo las condiciones de secularización del estado
moderno o en regímenes constitucionales. Hay una combinación, en términos de
diseño de instituciones políticas y de diseño constitucional, que es la que
permite con mayor fuerza la concentración del poder político en el poder
ejecutivo y ésta consiste en una combinación de régimen presidencialista con un
sistema electoral diseñado en base al principio de mayoría. Esto se organiza a
través de circunscripciones uninominales, en las que sólo el ganador representa
al conjunto de la población”.
“En Bolivia se introdujeron ya en la década de los 90
algunas reformas al sistema electoral que convirtieron la mitad de la
representación parlamentaria en elegida según el método mayoritario, lo cual
reduce la proporcionalidad del margen de representación que es elegida según el
criterio plurinominal o proporcional, ya que al reducirse a la mitad la
cantidad de representantes la capacidad de inclusión se reduce bastante”. (p.
172-173)
“…el rasgo decisivo de lo que en teoría política se
llama tiranía es la concentración del poder político a través de la eliminación
de la división de poderes, o la reducción de la autonomía de los poderes en el
seno del estado, a la vez que se reducen libertades políticas de los
ciudadanos. En este caso, lo que estoy llamando el estado de derecho como
tiranía implica una configuración política en la que hay una división
constitucional de poderes y hay un parlamento que sigue aprobando nuevas leyes,
pero el poder político fáctico está concentrado en un núcleo del poder
ejecutivo.” (p.
175-176)
“La dinámica y el ritmo de aprobación de las leyes
implica que no hay tiempo para la discusión parlamentaria y mucho menos para
una discusión ciudadana, es decir, una discusión pública con los diferentes
sectores de la sociedad y entre los diferentes pueblos y culturas, de tal
manera que las leyes aprobadas sean realmente plurinacionales, interculturales
y democráticas, esto es, discutidas públicamente”. (p. 182)
“….el parlamento está operando como legalizador de
iniciativas del poder ejecutivo. Este es un rasgo del estado de derecho como
tiranía, es decir, legalizar o producir leyes de una manera no democrática,
pero usando el espacio institucional de la representación”. (p. 182)
“En particular implica la eliminación de la autonomía
del poder legislativo, que opera de una manera totalmente subordinada al poder
ejecutivo. Este es el rasgo central de lo que llamo el nuevo estado de derecho
como tiranía. Esto se está haciendo de manera abierta y cínica”. (p. 182)
Lo que está sucediendo en la Asamblea Legislativa
Plurinacional (ALP) le da toda la razón a Luis, en sentido de la independencia
de poderes, pues la agenda del Órgano Legislativo Plurinacional está subordinada
al Órgano Ejecutivo. En más de dos años de funcionamiento de la ALP, de enero
de 2010 a abril del 2012, fueron 234
las leyes sancionadas por la ALP, promulgadas y publicadas por la Gaceta Oficial.
(Todas estas leyes las puede obtener de: fabianyaksic.blogspot.com)
En el cuadro que a continuación se presenta, se
ordenan todas las leyes sancionadas por la ALP en cuatro tipologías según el
objeto de las mismas.
Como se puede apreciar del cuadro precedente, la
Asamblea Legislativa Plurinacional a más de dos año de funcionamiento no está
priorizando leyes que sirvan para implementar la Constitución Política del
Estado. Las leyes derivadas de la Constitución y que están orientadas a
implementarla son apenas 21 leyes que representan un 9% del total. Las
prioridades de la ALP por ahora están en función de las necesidades del Órgano
Ejecutivo, especialmente en las leyes de tipología D, donde de las 74 leyes de
esta tipología, se han aprobado 39 leyes autorizando nuevo endeudamiento por un
monto de algo más DOS MIL TRESCIENTOS NOVENTA Y SEIS MILLONES DE DÓLARES (2.396.012.262). Más del
50% de las leyes sancionadas por la ALP son de carácter protocolar y meramente
administrativas, lo que marca un desempeño por demás alejado del rol
fundamental que debería tener este órgano del Estado en la implementación
legislativa de la CPE.
No es solo la cantidad de las leyes sino también la
manera como se encara el tratamiento legislativo que en la mayoría de los casos
no se delibera, no se discuten los proyectos que llegan del Órgano Ejecutivo,
no se les puede modificar ni una coma, a excepción de algunos contenidos de
forma. Por lo que hay un “rodillo” oficialista que impone sus proyectos “sin la
suficiente discusión”. No hay margen para que los Diputados y Senadores, que no
son de la bancada del MAS, puedan lograr que sus proyectos sean siquiera
considerados y por supuesto menos aprobados. El 99% de Las leyes sancionadas
responden a la agenda oficialista, la gran mayoría de las mismas elaboradas por
el gabinete del Presidente Evo Morales.
En más de dos años y medio de funcionamiento la
Asamblea Legislativa Plurinacional se ha convertido en una fábrica arbitraria
de leyes sin deliberación significativa y por supuesto al margen de
posibilidades de que la ciudadanía tenga espacios institucionalizados,
efectivos y democráticos de participación en la “elaboración colectiva de
leyes” como manda la CPE.
Al no cumplirse el precepto constitucional que en su
artículo 12 inciso I establece que: “El
Estado se organiza y estructura su poder público a través de los órganos
Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral. La organización del Estado está
fundamentada en la independencia, separación, coordinación y cooperación de estos
órganos”; la ALP está absolutamente subordinada al Órgano Ejecutivo lo que
hace que no sólo las leyes se impongan desde Palacio Quemado, sino que esto
provoca la ausencia de una efectiva labor de fiscalización, que es otra de las
fundamentales competencias de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Estamos
ante una desvalorización de este Órgano del Estado que debió haber sido el
escenario privilegiado de deliberación política del Estado.
Lo sucedido con el Tribunal Supremo Electoral y lo que
viene sucediendo con el Órgano Judicial y Tribunal Constitucional
Plurinacional, especialmente después de las elecciones judiciales del 16 de
octubre, están configurando una concentración del poder en el Órgano Ejecutivo.
Para Luis, un rasgo de instrumentación del Órgano
Judicial para fines políticos del oficialismo es que…“No se debate con el que piensa diferente, se le enjuicia”.
Siguiendo con la caracterización del “Estado de
derecho como tiranía”, Luis amplía el concepto de la siguiente manera:
“El otro efecto perverso del proceso de configuración
del nuevo estado de derecho como tiranía es la pretensión de controlar a la
sociedad civil y, a través de esto, anular o por lo menos desactivar y
desarticular los espacios de deliberación que el sindicalismo, los movimientos
sociales y las organizaciones de pueblos indígenas han organizado y activado
durante las últimas décadas como condición de posibilidad de la misma asamblea
constituyente”. (p. 182-183)
“El gobierno en la medida que ha mezclado los juicios
a los anteriores responsables del gobierno en el país, con la utilización del
poder judicial para eliminar a otras fuerzas de izquierda que pretenden ejercer
su autonomía o tener una voz propia en el proceso, acaba deslegitimando el
necesario enjuiciamiento de las responsabilidades políticas de estos
gobernantes.
Un rasgo del estado de derecho como tiranía implica la
judicialización de la política, en tanto eliminar los espacios públicos como
espacios efectivos de deliberación y toma de decisiones, aunque se los mantiene
formalmente. La política se traslada al ámbito de la administración del
derecho, para habilitar o deshabilitar a los sujetos políticos. No se debate o
polemiza con otros sujetos políticos, se les hace juicio”. (p. 184)
“La tiranía implica una voluntad de dominio a través
del monopolio del poder político y la anulación de la división de poderes, que
se acompaña de una eliminación de los espacios públicos de deliberación”. (p.
184)
TIRANÍA
POLÍTICA Y LAS SEMEJANZAS ENTRE EL MNR (AYER) Y EL MAS (HOY)
La interpelación
a los partidos políticos le da pie a Luis Tapia para agregar a su
caracterización del MAS, que tiene que ver “…con
la reproducción de un régimen presidencialista articulado a un principio
mayoritario que hoy, no de manera natural sino por cuestiones de finalidad
política de los sujetos gobernantes, ha configurado una situación de tiranía
política”. (p. 166)
Utilizando la noción de “transformismo” que según el
autor es una noción utilizada por Gramsci “…para
pensar procesos por medio de los cuales intelectuales orgánicos de un bloque
histórico se transforman en intelectuales orgánicos de otro bloque histórico”;
el autor propone una hipótesis:
“…mi hipótesis es que el núcleo dirigente del MAS y
del actual gobierno ha entrado en una fase de transformismo cada vez más
acentuada. De ser intelectuales orgánicos de sectores campesinos, indígenas y
populares se han convertido en los intelectuales orgánicos de un proyecto de
reconstitución del estado-nación en Bolivia en torno a un núcleo capitalista,
que está reacoplando las estructuras de poder y dominación patrimonialistas con
una nueva dirigencia de origen popular, que a su vez está organizando
un régimen de tiranía política sobre el mismo pueblo del cual ha salido”. (p.
125)
El concepto de tiranía política para caracterizar a un
gobierno que ha impulsado procesos importantes de transformación lo leemos
también en la caracterización que hacía Marcelo Quiroga Santa Cruz del régimen
del MNR cuando afirmaba, en un editorial del periódico El Sol, La Paz, lunes 28
de diciembre de 1964, que:
“El MNR no
cayó por defender la nacionalización de las minas; cayó porque hizo de ellas un
negocio partidario que le reportó ciento ocho millones de dólares; el MNR no
fue derrocado porque de ella hizo, más bien que un instrumento de liberación
económica y social del campesinado, una forma de tiranía política por la que el
campesino debió velar por el sueño y seguridad de sus verdugos; el MNR no fue
derrocado por la preservación del voto universal, sino por la desvirtuación de
su esencia, por el escamoteo de la voluntad popular. En suma, el MNR no fue
derrocado por defender la independencia política y económica de Bolivia, sino
por la enajenación de nuestra economía y de nuestra dignidad nacional”. (Citado en:
Marcelo Quiroga Santa Cruz. El socialismo vivido, Hugo Rodas, Plural Editores,
La Paz-Bolivia).
Cuatro años antes de lo mencionado, Marcelo Quiroga
Santa Cruz publica una secuencia de artículos en El Diario, entre el 6 de marzo
y el 3 de abril de 1960, que luego fuera editado bajo el título de LA VICTORIA
DE ABRIL SOBRE LA NACIÓN. Marcelo Quiroga Santa Cruz, demoró DOCE años después
de la REVOLUCIÓN NACIONAL del MNR, para escribir que el MNR hizo de la reforma
agraria una forma de “tiranía política”. Salvando las distancias y el contexto,
a Luis Tapia le tomó casi SEIS años desde el inicio de la REVOLUCIÓN
DEMOCRÁTICA Y CULTURAL liderizada por el MAS y Evo Morales para llegar a la
misma conclusión.
Por la soberbia, sordera, ceguera e imposturas que
viene mostrando el gobierno del MAS, parece difícil que sea por el camino de la
“reconducción del proceso”, como lo piden Oscar Olivera, Alejandro Almaraz,
entre otros y otras, que la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA Y CULTURAL del MAS no
termine como la REVOLUCIÓN NACIONAL del MNR.
El MAS se va pareciendo cada vez más al MNR. Por ello
siento que el “proceso de cambio”, iniciado con fuerza movilizadora el año
2000, exige de cambios profundos en la conducción del proceso y en las
políticas que se están ejecutando a nombre del “proceso de cambio”.
Hay varios síntomas de la decadencia y transformismo
de un gobierno, inaugurado con mucha esperanza el 2006 y re legitimizado en
diciembre de 2009, que hoy va configurando un régimen donde las libertades
democráticas de pensar diferente e interpelar a los conductores de la
“revolución democrática y cultural” es sometido a un conjunto de acciones de
intimidación destinadas a silenciar las voces disidentes y alternativas que
empiezan a emergen con distinta fuerza.
No es casual que el gobierno masista sea un defensor
del viejo código penal partidocrático que contiene figuras penales anacrónicas
y autoritarias que precisamente están orientadas a disminuir las libertades
democráticas. Esto sucede con la figura penal de Desacato que es apelada por
funcionarios del gobierno de Evo Morales. Ya es hora de construir la nueva
Codificación adjetiva y sustantiva en materia civil, familiar, penal,
tributaria, laboral, comercial, minería y electoral concordante con nuestra
Constitución Política del Estado.
Cada vez que algún dirigente o líder de opinión
pública opositora o alternativa al gobierno de Evo Morales casualmente aparece
notificado con algún proceso judicial, o son movilizados procesos judiciales
acumulados en el Ministerio Público.
La selectiva represión a la protesta social va marcando
niveles de autoritarismo y violación de los derechos humanos que corren el
riesgo de quedar en la impunidad. La violenta represión a los pobladores de
Caranavi, donde murieron dos jóvenes, que exigían que Evo Morales cumpla con
sus compromisos electorales de montar una fábrica de jugos de frutas; la
“imperdonable” represión a la octava marcha de la CIDOB en Chaparina a las
naciones y pueblos indígenas que marchaban en defensa de la “madre tierra”. La
brutal y cobarde golpiza propinada a una enfermera durante las masivas
movilizaciones de médicos y trabajadores en salud que pedían la abrogación de
un improvisado e inconstitucional decreto supremo.
La activación de procesos judiciales por sedición y
acciones arbitrarias que pretenden la expulsión de la Asamblea Legislativa
Plurinacional de la Diputada Marcela Revollo del Movimiento Sin Miedo, por
declararse opositora y apoyar la novena marcha por la protección del TIPNIS; las
delictivas y cínicas arengas públicas del Gobernador Cocarico amenazando con
“colgar a quienes se oponen al proceso de cambio”; la abusiva detención y
allanamiento de domicilios de jóvenes activistas sociales y rockeros acusados
de terrorismo son, entre otras acciones del Gobierno de Evo Morales y del MAS,
síntomas de la decadencia y transformismo de un gobierno que contaba con una
enorme legitimidad para sentar las bases de un efectivo proceso de cambio.
Se ha rifado la legitimidad del 64% de diciembre de
2009, por estas acciones que están develando, que el gobierno del MAS está
transitando hacia un régimen populista, basado en el viejo capitalismo de
Estado extractivista, centralista, hiper presidencialista y burocrático
corporativo, que empieza a conculcar las libertades democráticas y derechos
ciudadanos, ampliamente protegidos, por una Constitución Política del Estado,
que está siendo sistemáticamente ignorada y transgredida por el gobierno del
Presidente Evo Morales.
Este cuadro político de sistemático ataque a quienes
consideran los enemigos de la “revolución democrática y cultural”, parece ser
resultado de las lecturas y miradas del Vicepresidente del Estado, quien en
algunos discursos y especialmente en su ensayo publicado el año 2010 (Ibid, El Estado en transición. Bloque de
poder y punto de bifurcación) en su epígrafe, cita el siguiente texto de
Robespierre:
“El objetivo del gobierno constitucional es de
conservar la República: el del gobierno revolucionario es el de fundarla.
La Revolución es la guerra de la libertad contra sus
enemigos; la Constitución es el régimen de la libertad victoriosa y serena.
El gobierno revolucionario necesita una actividad
extraordinaria por estar, precisamente, en guerra. Se ve sometido a reglas
menos uniformes y menos riesgosas, porque las circunstancias en las que se encuentra
son tormentosas y móviles; y sobre todo, porque se ve obligado a desplegar sin
respiro recursos nuevos y veloces para hacer frente a peligros nuevos y
urgentes.
El gobierno constitucional se ocupa principalmente de
la libertad civil; y el gobierno revolucionario de la libertad pública. En
situaciones de régimen constitucional basta, prácticamente, con proteger a los
individuos de los abusos del poder público; bajo el régimen revolucionario, el
poder público debe defenderse a sí mismo de todas las facciones que lo atacan”.
Robespierre
En la época de la Revolución Francesa la guillotina
era el mecanismo para sembrar terror y acabar con los “enemigos del régimen
revolucionario”, hoy se utiliza la acusación formal de un fiscal para suspender
autoridades electas como guillotina judicial, destinada al mismo propósito.